domingo 22 de diciembre de 2024
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Bob, Stuart y Kevin, los Minions

Minions: el fenómeno

La película animada va camino a convertirse en la más vista de la historia argentina. Las cifras, el origen de los minions, el creador, el merchandising y hasta las leyendas urbanas que circulan a su alrededor.

A este ritmo, es cuestión de días para que Minions se convierta en la película más vista en la historia de la Argentina, por lo menos desde que existen registros confiables (1997). Al cierre de esta nota, ya la habían visto más de 4.300.000 personas: no le falta mucho para superar a La Era de Hielo 4, que ostenta el récord con casi 4.500.000 espectadores. El fenómeno no es local: desde su estreno, a mediados de junio, lleva recaudados casi 800 millones de dólares en todo el mundo. Un gran negocio: costó diez veces menos, 74 millones. Todavía está lejos de Avatar, la primera de ese ránking histórico, con 2.778 millones de dólares, pero por estos días el planeta está teñido de amarillo.

El merchandising minion copó todo: hay muñequitos de todo tamaño, por supuesto, pero también paraguas, ojotas, sombreros y zapatos de taco aguja, como los que lució Sandra Bullock en el estreno de la película en Los Angeles. También salen mucho los tatuajes de minions: uno que se tatuó es David Beckham, a pedido de su hija Harper Seven, de tres años. La fiebre amarilla llega a tal punto que gracias a los Minions se triplicó la venta de cajitas felices de McDonald’s en nuestro país, según un informe publicado por el suplemento iECO, de Clarín, y marcas como Danone, Arcor, y WalMart también se asociaron a las criaturas amarillas. Antes de su estreno, los Minions ya habían recaudado 236 millones de dólares sólo en este tipo de acuerdos comerciales.

Pero, ¿cuál es el origen de los Minions? En primer lugar, hay que decir que son franceses. Su padre es Pierre Coffin, de 48 años, codirector de Mi villano favorito 1 y 2 y de Minions. El nombre de las criaturas tiene dos explicaciones posibles: “minion” en inglés significa “subordinado, subalterno, secuaz”; y también es la fonética de “mignon”, que en francés significa lindo, simpático, adorable. Nacieron para Mi villano favorito: “Al principio ocupaban sólo una línea del guión, y estaban descriptos como un ejército de musculosos al servicio de Gru, que repetían su nombre: ¡Gru! ¡Gru! ¡Gru!”, contó Coffin. Pero era poco práctico dibujar una gran cantidad de gigantones. Hubo varios intentos fallidos (casi los hacen como robots) hasta que a Eric Guillon, uno de los dibujantes, se le ocurrió hacer estos personajes simples, vestidos con mameluco, como obreros. “Alguien sugirió que vivieran bajo tierra y fueran pálidos y usaran anteojos, y la idea fue mutando hasta que quedaron amarillos y con antiparras”.

Coffin, que reconoce la influencia de Los Simpson en el aspecto de los Minions, también es actor e hizo las voces de los bichitos en las tres películas: en esta, dobla él solito nada menos que a los ¡899! que hablan. También es el inventor de su particular idioma, que mezcla palabras de muchas lenguas, términos gastronómicos y pictóricos. Aquí un breve diccionario minion-castellano: “bello” es “hola”; “poopaye” es “adiós”; “¿come tá ti?” es “¿cómo estás?”; “bi-do” es “lo siento”; “me want banana” es “tengo hambre”.
Una particularidad de los Minions es que, en esta época de tanta igualdad de sexos, no existen las Minionas. La explicación de Coffin es extraña: “Viendo cuán estúpidos y torpes son a veces, simplemente no me pude imaginar chicas Minions”. Y, por supuesto, ya tienen leyendas urbanas propias, como las que supieron tener, por ejemplo, Los Pitufos. La más disparatada y de peor gusto decía que estaban inspirados en chicos con que los nazis hacían experimentos, pero la foto que supuestamente probaba la teoría era, en realidad, de 1908, pertenecía al Museo de la Armada Submarina británica, y mostraba a la tripulación con cascos de buzo de emergencia. Algo es seguro: con el dinero que están moviendo, los Minions ya son leyenda.

Fuente: Clarín

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