El Gato, once años después de ganar la Copa de los Mosqueteros y presente en París para participar del torneo de leyendas, confesó que en ningún otro lugar del mundo siente tanta energía.
PARÍS.- Gastón Gaudio conoce Roland Garros a la perfección. Distingue cada rincón como si fuera el fondo de su casa. Camina, con ritmo perezoso, de un sector a otro del complejo. Saluda con una sonrisa a los empleados; cada tanto firma un autógrafo. Sabe qué velocidad tiene cada uno de los courts y en cuáles el viento afecta más. «Esta cancha es rápida», dice cuando pasa por el estadio número 7, contiguo al imponente Philippe Chatrier. Hace once años, su vida tenística quedó marcada a fuego después de vencer a Guillermo Coria en la final del Grand Slam parisiense. Desde aquel momento, para él ya nada fue igual. Su apellido tendrá un lugar en la galería de los grandes campeones para siempre. Por ello está en el Bois de Boulogne para participar del torneo de leyendas -en la categoría menores de 45 años, en dobles con el español Sergi Bruguera-.
«Es espectacular venir acá, me divierto. Nos encontramos con todos los chicos que no ves desde hace mucho tiempo, pasamos un buen momento, vamos a comer juntos, tenemos eventos. Son situaciones lindas y es un lujo poder compartirlas. Me encanta», le confiesa Gaudio, de 36 años, a canchallena.com. En el certamen más importante del circuito sobre polvo de ladrillo, el ex jugador que supo encandilar con un revés de una mano poético, logró un récord de 21 victorias y nueve derrotas. Jugó por primera vez en 1999 y se despidió en 2010, después de no superar la 2ª rueda de la clasificación.
«Estos son situaciones que me voy a guardar para toda la vida. Después de más de diez años, Roland Garros sigue dándome alegrías. Me sigue dando buenos momentos y este es uno de ellos. Venir a París, estar con los genios que jugaron al tenis, jugar un rato en estas canchas, es espectacular», añade el hincha de Independiente, ex número 5 del tour.
-Gabriela Sabatini siempre dice que cuando llegaba a Nueva York le cambiaba el ánimo y se cargaba de energía. ¿Te sucede algo similar con París?
-Sí, totalmente. El otro día estaba en el hotel con Guga (Kuerten) y hablábamos de la sensación que causa estar en Roland Garros. Llegás y lográs un estado del humor espectacular, que cuando salís del torneo se prolonga. Es como que te vas más contento con la vida, como si hubiera una magia acá, una energía de la gente de locos. Lo que nos provoca no pasa en ningún otro lugar. Es, sinceramente, bárbaro. No sé cómo explicarlo. Estás acá, venís y aunque no hagas nada y estés un rato, cuando te vas estás más contento. Es eso Roland Garros.
-¿Cómo es el trato con los empleados del club, aquellos que conocés desde hace años?
-Buena onda con todos. Me ayudan en todo. Te tratan distinto por haber ganado el trofeo, pero tampoco es que hago lo que quiero (sonríe). Tengo que pedir permiso igual. En el vestuario todo normal, no tengo un casillero en particular como pasa en otros torneos, creo que en el US Open.
-¿Te ocurre de estar en algún sector del club y recordar momentos puntuales del torneo que ganaste?
-No, no, porque no es que estoy pensando todo el tiempo en el torneo del 2004. Lo tengo presente, pero no es que lo tengo todo el tiempo en la cabeza. La paso bien en París y es por la ciudad en sí. En estas dos semanas todo es especial, obvio. Son sentimientos que me hacen bien y los quiero compartir con la gente que quiero. Por eso viene mi novia, porque quería que se diera cuenta lo que vivo. Me pasan muchas cosas en este lugar y me encanta compartirlo.
Fuente: canchallena.lanacion.com.ar